Buenas noches a tod@s.

Me hubiese gustado presentarme a vosotros de otra manera, pero he descubierto este foro un poco tarde, pues nuestra niña nos dejó hace tres días.

Berta era una preciosa Cocker inglés, una bendición de Dios, un ángel enviado por El, que nos ha acompañado a mí, a mi mujer y a mi hijo de seis años durante once. Una compañera que no ha tenido otra misión en su vida que colmarnos de cariño y felicidad sin medida, en especial a mí, su papá, por el que sentía un cariño especial. Mientras os escribo estas líneas dos lágrimas caen de mis ojos, pues parece que todavía la tengo detrás mía, empujándome la mano con su hociquillo para buscar esa caricia que ya no recibirá más.

No he podido conciliar más que unas pocas horas de sueño desde hace casi dos semanas, cuando ingresó un domingo de madrugada en un hospital veterinario de Granada a las dos de la mañana, sangrando por su parte más delicada. Le diagnosticaron una piómetra (infección de matriz) abierta. Fué operada de urgencia ese mismo domingo, superando dos paradas cardiorrespiratorias, y quedando muy débil y sedada.

Aún así, tuvo fuerzas para levantarse de un salto al verme llegar al día siguiente para estar con ella, a pesar del dolor que debía estar sintiendo.

Todo parecía ir encaminándose hacia la recuperación, cuando el miércoles pasado por la mañana se le hinchó el vientre, perdió la consciencia, y tuvo que entrar de nuevo en el quirófano, ya a vida o muerte, porque su matriz había dejado una infección galopante en el abdomen, pasando al intestino, y de ahí a la sangre.

Yo ya no sabía a qué santo encomendarme, pues el cirujano, que vino de fuera ex profeso para operarla, dado que el veterinario que atendía a mi niña habitualmente, la quería un montón, y habló con uno de los mejores para poder operarla, me dijo que no esperaba que saliese de la misma, dadas las condiciones del animalito. Ahí me derrumbé.

Pero nuestra sorpresa fué que Berta superó la operación, y al día siguiente me reconoció, dándome el mejor lametón que he recibido nunca. Volvía la esperanza.

Pero esa misma tarde Berta empezó a sentirse peor. Ya no quería probar bocado. Llegaron los vómitos, las convulsiones, y un estado de coma autoinducido que la llevó a perder la vista. La vida se le iba por momentos.

Aún así, cuando el sábado pasado por la tarde, mi mujer me acompañó a verla, al oler su mano parece como si quisiese despedirse de nosotros, pues lanzó un par de gemidos, tal vez con sus últimas fuerzas, y ya cayó en un sueño del que no despertaría, pues esa noche el coma se hizo irreversible, y el domingo por la mañana hube de rendirme a la evidencia, y solicitar a la veterinaria, que también se llama Berta, que le ayudase a cruzar el puente del arco iris.

Ha sido la peor semana de mi vida. He estado con ella mañana y tarde, pues por la noche no me dejaban. Ha luchado como una leona por vivir, quería volver con su familia, pues Berta no entendía qué hacía en un lugar con ruidos y olores extraños. Aquello no era su casa ni su colchón ni sus juguetes, a pesar de que le llevé varios de ellos y varias camisas con nuestros olores, para que se sintiese más cómoda.

En el hospital veterinario nos cogieron tanto aprecio que me dejaban entrar cuando quisiera, y siempre había un veterinario de guardia pendiente de ella. Lo bonito es que mientras yo estaba allí, no había más visitas a perros ni gatos allá ingresados. Me cerraban la puerta y dejaban que estuviese a solas con mi niña.

Se han portado como campeones. Sólo tengo palabras de agradecimiento para ellos.

Ahora la casa está vacía. Ya no tengo a mi niña durmiendo en los pies de mi cama, ni lamiéndome los pies al salir de la ducha, ni tomando el sol en el jardín. Estoy roto por dentro. Nunca me había sentido así.

Y entonces he descubierto por casualidad este lugar, y veo que no soy el único que está sufriendo por haber perdido a su compañer@. He leído varias vivencias de personas que han pasado o están pasando por esto y creedme que me están ayudando mucho.

Berta no va a volver, pero me consuelo pensando en que algún día me recibirá detrás del Arco iris, para no separarnos nunca. Duerme tranquila, mi niña.

Gracias por "escucharme".

Buenos días, Tuga.

La verdad es que no estamos pasando los mejores momentos. El otro día fuí a recoger las cenizas de mi niña, y la recepcionista, al verme entrar, cogió el teléfono para avisar a la veterinaria con la que bajaba al hospital a ver a Berta, pues se creía que venía a estar un rato con ella. No sabía nada. Cuando le dije a lo que iba, sus ojos eran un poema. Hasta ese punto se metió en el bolsillo mi niña a la gente de la clínica.

En esta vida uno de los peores momentos es la pérdida de un ser querido, sea de dos patas o de cuatro, y a las personas emotivas, que tenemos la gran fortuna de ser capaces de amar, nos afecta sobremanera.

Lamentablemente no hay escuelas para esto. Nunca las hubo. Cada persona afronta esta situación según sus dones, y yo debo tener pocos, porque me está costando muchísimo asumir esta prueba. Simplemente dejo que el tiempo, que es más listo de lo que creemos, fluya a su ritmo. Incluso he tenido que aparcar por un tiempo mi hobby, el enduro, porque la semana pasada estuve a punto de salirme por un barranco con la moto. No me quitaba a Berta de la cabeza. Perdí la concentración.

Una buena cosa que has hecho es que Lau esté acompañado de Paco. Como bien dices, le tiene que haber dado mucha vida. Yo también pasé por eso pues cuando Berta llegó a la familia, teníamos un precioso Gos d'atura con trece años, y le vino muy bien. Se pasaban el día jugando entre ellos, aunque claro, los años son los años y Nico de vez en cuando le tenía que parar los pies a Berta con un gruñido, pues el pobre se cansaba. Sobre todo cuando Berta se le colgaba de una oreja con esos dientecillos. Menudo bicho estaba hecha. Hasta que Nico cruzó con dignidad el puente del arco iris con dieciséis años. Por eso lo de mi niña nos ha pillado a contrapelo. Sabíamos que algún día se tenía que ir, pero no sabíamos que fuese ya. Cuando se es feliz el tiempo pasa rápido.

Posiblemente con el tiempo adoptemos a otro canino, pero de momento estamos muy dolidos, y vamos a dejar que el tiempo pase poco a poco, hasta que lo creamos conveniente y sano.

El mejor consejo que te puedo dar es que no pienses ahora en que Lau tendrá que irse, porque ese árbol no te dejará ver el bosque que hay detrás. Quiérele mucho, y disfruta cada momento con él como si fuese el último. Y el día que Lau tenga que marcharse detrás del arco iris, con Berta, Nico, y tantos amigos que allá están, que lo haga sabiendo que su familia le ha amado, hasta que vuelvas a encontrarte con él.

Recuerda que las mejores cosas de la vida son gratis, como el amor de tu Lau.