Gracias, amig@s, a todos, por vuestras palabras de aliento. Estoy intentando sacar de adentro toda la sensatez que puedo, para intentar asumir la desgracia que ha extendido su negro manto sobre mí y mi familia. Hasta ahora, sin mucho éxito, he de reconocer.
No obstante, sé, que con el tiempo, los mejores recuerdos de mi niña aflorarán a la superficie, y se impodrán sobre la extrema tristeza que ha dejado mi corazón hecho una zona de guerra, pero de momento, no hago más que mirar la foto de Berta que hay encima de la tele, de cuando sólo tenía tres meses, e intento que mi hijo lo lleve lo mejor posible.
Lo más duro va a ser recoger sus cenizas dentro de unos días.
Aun así, encontrarme en la red con personas como vosotros me dice que no todo está perdido, que todavía hay gente en el mundo capaz de dar lo mejor de sí amando a su mascota como ella nos ama a nosotros.
Tal vez, con el tiempo, otra pequeña colita se menee por la casa, pero cada cosa llegará a su tiempo, si ha de llegar. Espero que sí, pues amo a los perros desde siempre. Ellos tienen un don especial para sacar lo mejor de nosotros a base de cariño sin fin. Ven a través de nuestro corazón.
Como dice al principio de 101 dálmatas: "Una cosa hay en el mundo que no la compra el dinero. A saber: el feliz meneo de la cola de un perro".
Abrazos a todos, y con vuestro permiso, me voy a quedar por aquí.